De Londres a París. De los Docklands al Bureau pour Femme. Un viaje interior. Fernando Zamanillo Peral

La historia de Pilar CossÌo es un todo continuo lleno de tensión, un vivir poÈticamente en busca de la libertad, entre la realidad y el deseo, entre la vigilia y el sueÒo, hilvanando una larga crÛnica de imágenes,invocaciones. Una historia artÌstica y poÈtica, desde el primordial dibujo y la pintura, hacia el collage y el fotomontaje, y tambiÈn hacia LA INSTALACIÓN, el objeto y los ready-made.. Una historia que se fraguÛ ya en su infancia, mirando al horizonte infinito del mar; una historia universalista y cosmopolita, que ha provocado una internacionalizaciÛn de lenguaje, de su arte, que dice Edoardo di Mauro; un viaje vital lleno de idas y retornos.

No hay imagen más elocuente que esa de Pilar en la estaciÛn Porta Nuova de Turín, de espaldas al objetivo, a nosotros mismos, mirando a no se sabe quÈ parte del espacio cerrado, pero sÌ a algo que siente luminoso, susceptible de ser abierto, sÌ a algo que presiente liberador, esa consciencia que siempre la ha acompaÒado de que la vida es un viaje cuyo destino es el conocimiento, una aventura interior en permanente estado de alerta en pos del secreto que esconde este, como si no bastara sÛlo con alcanzarlo y asirlo con nuestras manos, cual cofre cerrado, hermÈtico, sino aprehenderlo y, abriÈndolo, escudriÒar bien en su interior para saturarnos de su sustancia infinita de libertad y liberación.

Londres

La artista siempre ha hablado de lugares sin límites, estancias de duración, de aprendizaje y de encuentro consigo misma, y por otro lado, de otras encrucijadas más neutrales, que solamente le aportan la perspectiva necesaria para entender mejor a aquellos o como meros sitios donde poner en práctica lo fabricado en aquellos “laboratorios de conocimiento”.

En el primer sentido, un punto de inflexiÛn en la vida y la obra de Pilar CossÌo, en su camino hacia la plenitud del arte, afortunada plenitud en la que ya se encuentra en el presente, fue la concesiÛn en el aÒo 1988 de la beca para residir y trabajar en Londres durante los dos aÒos siguientes: una beca proporcionada por The Delfina Studios Trust, creada en su dÌa por Delfina Entrecanales, y que constituyó para la artista una residencia permanente en la capital británica que marcó su vida de modo definitivo, pues le supuso una directa confrontaciÛn con el arte internacional fuera de las fronteras más academicistas y ciertamente reguladas, pero necesarias, todo hay que decirlo, del arte italiano de siempre. Londres fue, pues, una posterior estancia importantÌsima para Pilar tras su inicial, prolongado e intenso paso por Italia, ya que según mi particular punto de vista libera a su obra, purificándola, en una doble dirección: por un lado, aleja la pintura del dibujo, mostrándose a partir de ese momento mucho más suelta, en la que forma y contenido, figura y fondo, se hacen un todo continuo, al tiempo que, por su lado, el dibujo cobra una entidad propia, una independencia, mucho más resueltas, entrando en contacto con imágenes adquiridas más allá de la mera manualidad, y potenciando asÌ una actividad que hasta entonces la artista ponÌa en práctica de una forma más Ìntima y reservada: el collage. Y lo que tambiÈn es importantÌsimo en la evoluciÛn general de su trabajo, cual fue el abandonar toda una temática recurrente e historicista, en favor de una reflexión pictÛrica sobre el entorno más inmediato, dando paso a unos temas de tipo industrial que se basaban en los muelles portuarios, docks, del rÌo Támesis. Es lo que Edoardo di Mauro denomina como “posesionarse del espÌritu de esos lugares por los que la artista atraviesa con curiosidad nada superficial”.

Este posicionamiento afÌn al paisaje industrial y portuario londinense, docklands, y de referencias urbanas, se vio traducido en una serie de exposiciones que llevÛ a cabo primero en la propia FundaciÛn Delfina Studios, en Londres, y despuÈs en el Palacete Embarcadero, de Santander, en Florencia, Turín, Trieste y Madrid, entre los aÒos 1988 y 1991.

espejo de agua - del sentire chambre des miroirs- installation 2008

Turín

Turín es una ciudad muy especial, más aún que aquel Nápoles, si cabe, que ya conociera años antes, ciudad en la que todo es más evidente, y en donde los efectos, efluvios, del soterrado magma , tÛrpido, que discurre desde dentro del gran volcán se manifiestan en la algarabía de una ciudad cosmopolita, Splendor Solis, encrucijada entre Oriente y Occidente.

En Turín recala Pilar en los aÒos noventa, despuÈs de su estancia londinense,. AllÌ Pilar comparte estudio no lejos de la omnipresente Mole Antonelliana, reafirmándose, por un lado, en la pintura y tomando seguridad, por otro, en la tÈcnica del collage, este cada vez más practicado y cada vez tambiÈn más significativo. Edoardo di Mauro, el ya citado crÌtico turinÈs de buen testimonio, habla de “una impostaciÛn espacial que revela el conocimiento de la Gran Pintura del 900 (sic) sobre todo en lo referente al trazo veloz y sintÈtico, a la compenetraciÛn de planos clásica de la tradiciÛn Futurista”.

Así, de esta manera, los paisajes portuarios de Londres, los docks y las tolvas, se irán viendo sustituidos paulatinamente por otros paisajes aún más urbanos, cuales son las vÌas ciudadanas, estaciones y caminos ferroviarios, diversos iconos arquitectÛnicos de la gran ciudad, etc., todos plasmados con esa “compenetraciÛn de planos” , de que habla di Mauro. Carlo Carr‡ y Gino Severini, entre otros, subyacen en el dinamismo del trazo y en las lÌneas compositivas, asÌ como tambiÈn sigue perviviendo la fragmentaciÛn temática por planos, que ya nunca abandonará, propia de la postvanguardia, pero procedente, de lejos, del propio cubismo.

Turín fue lo que Pilar denomina como un encuentro, que aquÌ voy llamando estancia; un lugar “laboratorio” donde seguir aprendiendo en el camino de la libertad, donde acumular experiencia poÈtica. A Ivana Mulatero le confiesa que Turín es “la sÌntesis y en ella yo fui quien realmente era… A Turín me unen sus contradicciones y su esencia rigurosa y mágica”. Pero, sobre todo, pienso que es en Turín donde Pilar comienza el verdadero recorrido simbÛlico de su obra, al menos el mejor, donde seducida por la magia poÈtica de la propia experiencia acumulada, al hacer introspecciÛn, la artista deja fluir y aparecer sus primeros magnÌficos collages, llegando a agotar, por otro lado, definitivamente las invenciones pictÛricas, cuya máxima expresiÛn la constituirÌan los tondos que expuso en aquellos aÒos centrales de los noventa. Su mirada, nuestra mirada, girará a partir de entonces ciento ochenta grados hacia una manifestaciÛn visual que si bien no le era desconocida, no habÌa querido explorar aún con decisiÛn y en profundidad. Una manifestaciÛn visual cargada de una potencialidad poÈtica maravillosa, en la que conjugan sus fuerzas visivas el fotomontaje, el dibujo, la pintura y posteriormente el ready-made, con una gran capacidad de juego.

Pese a su autonomÌa y valor intrÌnseco como pintura, es quizá en estos últimos aÒos cuando la artista ha adquirido, con el collage, el fotomontaje y los ready-made, y la instalación, su plena efusión poÈtica, esa ansiada libertad de quien ha alcanzado el conocimiento pleno de las cosas y de la vida, esa plenitud que no es el saber, sino lo que está tras el saber, al decir de la artista.
La cualidad de nómada de Pilar CossÌo, de la que tanto se ha hablado a lo largo de los aÒos, nos habla del viaje exterior de la artista, de las estancias y encrucijadas que ha ido viviendo durante años y de las que podemos sacar conclusiones más o menos verdaderas sobre su evolución, pero casi siempre superficiales, y desde luego, nunca completas, pues existe otro viaje interior paralelo mucho más difÌcil de conocer. El viaje interior de Pilar CossÌo, que aun no ha culminado, pero que se encuentra en sus estancias más altas de madurez, se ha ido vislumbrando en estos últimos años gracias al automatismo, que caracteriza su obra de collage. Automatismo que procediendo en un principio del azar, sin embargo no lo persigue, sino que siendo hijo directo de la intuición se fundamenta asimismo en el conocimiento adquirido a lo largo del tiempo, ese poso que llamamos experiencia, que se manifiesta como sÌntesis simbÛlica. Es el viaje del corazón y del sentimiento; el viaje del pensamiento y de la razón; el viaje del Extasis, del deseo y del amor, la plenitud máaxima, la unidad. Es el tránsito entre dos realidades, entre la vigilia y el sueÒo, en los que se da la ausencia del cuerpo, y tambiÈn el estado puro de la melancolía.

otro tanto podrÌamos decir del concepto de trashumancia referido a Pilar, ese trasiego temporal y fijo entre ciudades ya vividas. En cualquier caso, nómada y trashumante, la artista ha ido adentrándose con el paso de los años en su propio espíritu. Sus collages reunen y yuxtaponen imágenes de muy diversa procedencia, de variada tÈcnica y diversa realización, combinando todo tipo de iconos, no precisamente cogidos al azar, pues la artista, pese al automatismo que caracteriza al collage surrealista, no se permite tal libertad, en pos de una lÛgica interna fuertemente simbólica, afectiva. En este sentido, la artista misma nos dice que “la obra es un medio, nunca un fin. El fin es el conocimiento: propiciar, posibilitar que la mirada del otro realice su propio viaje interior, despierte al SUE—O, incluso facilitar una transformaciÛn”. Sus collages son, pues, un reflejo nada azaroso, por muy automáticos que sean o parezcan, de su deambular, del bagage de su memoria,, de lo diacrÛnico y lo sincrÛnico que hay en su vida, lo móvil y lo simultáneo, de los caminos, estancias y encrucijadas, todo los cuales confluyen hacia y en su interior en un nuevo viaje que la sola serenidad y sosiego de una nueva estancia es capaz de desentraÒar y sintetizar poéticamente: París.

Si Santander, el mar y las montañas, supuso las raÌces, donde “fabricó su primer rudimentario manual de vuelo”. Si Florencia fue el inicio del viaje artístico, el aprendizaje, el manual más elaborado de vuelo. Si Italia entera es la puesta en práctica y confrontaciÛn del aprendizaje. Si Londres representó la limpieza, la purificaciÛn de los conocimientos y la internacionalización de la imagen. Si Turín fue la síntesis… París deviene, por lo pronto, en ser el perÌodo más fructÌfero de su vida, donde definitivamente le es posible ser libre. Pienso que una vez que Pilar descubriÛ su “escondite” parisino , es cuando ha podido revelar su yo profundo, en una suerte de autorrevelación.

París

Pareciera como si Pilar fuese amiga de las fechas simbólicas o de los grandes eventos, a juzgar por el año en que se traslada a vivir a París: el último del Siglo XX, el 2000. Ya sÈ que no es asÌ, y bien me parece, pero supone una fecha redonda, a partir de la cual empezar a contar un nuevo perÌodo de su vida, una Època ya larga de ocho aÒos que nos lleva al final, siempre provisional, por supuesto, de nuestro relato.

Estudio Delfina Londres 91
pilar cossio- studio en londres. Maryland Works. 1990

París representa la estancia más dilatada y definitiva de la artista. Una ciudad que ha convertido en su bureau pour femme, desde el que experimentar poÈticamente con todo su gran equipaje de la memoria; desde donde seguir inventando y rehaciendo las metáforas que emanan lúcidas de su interior. Existen, pues, en y desde París una serie de invariantes metonímicas en sus obras y todas ellas hablan con insistencia de sus fascinaciones, cual constantes que definen muy exactamente la originalidad de su arte: la memoria, el Èxtasis, la contemplaciÛn, el paso del tiempo, los paisajes, las ciudades, zapatos, rinocerontes (sÌmbolo de trashumancia), el Punto VacÌo , esculturas, edificios… la melancolía, y también la serenidad, la comprensiÛn de la vida, el saber y lo que le trasciende, lo que está tras él y se encuentra ya guardado en esa ampolla que sÛlo le pertenece a ella, irrompible y sagrada.

París significa para mÌ las metáforas de Partenza, ese par de zapatos sobre una base de metacrilato, del cual ha hecho más de una versión, escultura instalaciÛn de una constante bidimensional; o la magnÌfica instalaciÛn titulada Pavana, a la que Daniel Soutiff dedicó magnÌficas palabras con motivo de la exposición La Sal, de Santander y Turín; o la muy impresionante instalación titulada Luogo, repeticiÛn multiplicada y mural de la cabeza de Santa Teresa, en el Èxtasis que le dedicÛ Bernini en Roma, y que me llevan al Fenómeno del éxtasis, de Salvador DalÌ, sus palabras e imágenes en la revista Minotaure, y a los collages surrealistas en general; como también París me trae a la memoria La Ciudad de las Damas, de Cristina de Pizan, relacionándolo con su Bureau por femme, ese escritorio desde donde las damas escribían , Bureau pour femme se titula también la novedosa instalación que presenta en esta exposición de Santillana del Mar. Realizada en tres partes, cual trÌptico objetual, transmite tal fuerza simbólica a través de la luz que nos imanta y subyuga en su envolvente poder metonÌmico. Los cuerpos laterales del tríptico aluden a la femineidad y al tránsito y la sola luz intensa y azul del cuerpo central al poder del conocimiento, luz espléndida y refulgente que todo lo ilumina.

París, en fin, no es término de viaje, pero sí es estancia , desde donde todo es más puro y original, de nuevo.

Fernando Zamanillo Peral
Santander, febrero de 2008.