el niño del espejo

El niño del espejo
(139).
..volvió a continuación a las montañas y a la soledad de su caverna y se apartó de los hombres: aguardando como un sembrador que ha lanzado su semilla (140). Mas su alma se llenó de impaciencia y de deseos de aquellos a quienes amaba: pues aún tenía muchas cosas que darles. (Zaratustra volvió otra vez a las montañas…)
segunda parte: «Asi habló Zarathustra» – Friedrich Nietzsche

Y si quiero montar en mi caballo salvaje, lo que mejor me ayuda siempre a subir es mi lanza: ella es el servidor constantemente dispuesto de mi pie: – ¡La lanza que arrojo contra mis enemigos! ¡Cómo les agradezco a mis enemigos el que por fin se me permita arrojarla! Demasiado grande era la tensión de mi nube: entre carcajadas de rayos quiero lanzar granizadas a la profundidad.
Poderoso se hinchará entonces mi pecho, poderoso exhalará su tempestad por encima de los montes: así quedará aliviado.
¡En verdad, semejantes a una tempestad llegan mi felicidad y mi libertad! Pero mis enemigos deben creer que es el Maligno (147)el que se enfurece sobre sus cabezas.
Sí, también os asustaréis vosotros, amigos míos, a causa de mi sabiduría salvaje
«Asi habló Zaratustra»

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