Sandra Ramos Interview to Pilar Cossio
La cántabra regresó a su tierra para repasar su trayectoria nómada y su proceso creativo en el ‘Espacio interior’ del MAS
«Siempre sienta bien volver a casa», afirma la artista cántabra Pilar Cossío, nómada sin fronteras, que esta semana ha regresado a su tierra para participar en el ciclo ‘Espacio interior’ del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), donde este pasado martes habló de sus más de cuarenta años dedicados al mundo del arte y de su proceso creativo. Este encuentro, «una reunión de amigos», sirvió para narrar sus vivencias desde que se trasladara a estudiar a Barcelona en 1971 hasta su último proyecto en Marruecos junto a la Fundación IFITRY para Artistas Contemporáneos. Un largo trayecto que la ha consolidado como un referente imprescindible del arte internacional contemporaneo, desarrollando un lenguaje plástico propio de gran contenido poético y conceptual, viajando de la pintura tradicional a la exploración de nuevos lenguajes en torno al fotomontaje, el collage y las instalaciones. –Se considera una persona nómada ¿cómo influye ese espíritu en sus obras? –En que siempre estoy abierta a nuevas impresiones, conocimientos, que es algo básico. También a mantener la tensión creativa que es lo que a mi me estimula, lo que me hace seguir adelante, y que voy conservando en el tiempo. Es un trabajo al que le ayuda bastante esta actitud nómada, abierta, sin demasiados prejuicios o lazos en relación a un tema determinado. –Londres, París, Florencia, Nápoles, Boston… ¿estas ciudades también se ven reflejadas en sus obras? –Sí, las ciudades para mí son laboratorios, lugares en los que voy añadiendo un poco más a la construcción de mi lenguaje. El artista elabora un lenguaje, en mi caso plástico y visual, y cada ciudad ha sido un lugar más en el que he ido añadiendo nuevos elementos a esta cadena. –¿Por qué decidió marcharse de España? –Creo que ni lo decidí, estaba más claro que el agua. Nunca tuve dudas sobre esto, llegó un día en que dije que me iba a Italia, y me fui. –Y ahora ¿sigue estando tan claro que hay que irse? –Estamos hablando de 1976, las cosas han cambiado. Además cada caso es diferente, tienes que tener en cuenta las circunstancias que te rodean, tus necesidades y tus metas. –También hay que tener en cuenta los actuales recortes… –Ahora hay que reflexionar sobre cómo enfocar un trabajo artístico, te encuentres en la fase que te encuentres. Hay que hacer un nuevo planteamiento, modificar las cosas dentro de nosotros, porque fuera las han modificado. En lo que a mí respecta, al estar fuera y al tener más relación con el exterior, es un poco diferente. –¿Cree que en esta época el arte se puede convertir en un bien de lujo? –Tal y como están las cosas corremos ese peligro. Venimos de una situación en la que, no necesariamente por fácil, hemos disfrutado del arte, y ahora no va a poder ser tan sencillo que de repente se pueda convertir en algo prescindible, es un alimento de primera necesidad. Pero, tal y como se plantean las cosas, políticamente hablando, parece que hay un proyecto de que el arte se convierta en algo de difícil acceso, y desde luego, para clases privilegiadas. –¿Y cómo se puede defender uno? –En principio, el artista tiene la obligación de transmitir la verdad, no de contarla, a partir del lenguaje que cada uno utilice. El artista tendría que salvaguardar lo más posible esta relación con el público de manera que luego la distancia no sea insalvable. Para que se mantenga habrá que cambiar de parámetros, de proyectos, pero que no afecte a la relación con el espectador que es a quien va destinada la obra. –¿Solucionaría algo recuperar la figura del mecenas? –La historia va y viene. Esto puede suceder, no había desaparecido del todo, pero casi. Creo que este es el momento en que, dado que públicamente vamos a estar mucho menos asistidos, aparecerá de nuevo esta figura. –También las nuevas tecnologías han cambiado la forma de ver y consumir arte… –Totalmente, y no podemos ignorarlo. Creo que si se hacen bien las cosas es una ayuda y un aliado, pero cambia completamente la visión del arte, desde nuestro punto de vista como artista, desde el de quien lo mira y, por supuesto, desde lo que sería la ubicación del arte en la sociedad. –¿Qué balance de su extensa trayectoria profesional? –Siempre he creído que eran posibles cosas que no debían haberlo sido, no he tenido ningún límite a la hora de pensar y realizar mis sueños. –Mucho optimismo… –O insensatez, no sé cómo llamarlo. Pero sí que es verdad que donde otros veían trabas, para mí era algo absolutamente normal y pasaba por delante o por encima. Siempre he ido detrás de los sueños y no he tenido miedo.